martes, 15 de julio de 2008

Escuchar

Esa manía que tengo de escuchar cuando alguien me habla.
¿Y dónde se aprende eso? - preguntó.
La timidez es buena maestra. Los silencios se llenan con la palabra de lxs otrxs. Prestas atención, casi animando a que sigan hablando para no tener que hacerlo tú.
El defecto se va convirtiendo en virtud. Los años dan algo de coraje. Y las circunstancias, si tienes suerte, te hacen consciente y afrontas tus carencias.
Cierta vocación social y unos estudios reglados de trabajo social dan recursos técnicos para una escucha profesional.
Unos años de psicoterapia (y de trabajo personal) en los que lo que ya regalabas a otrxs aprendes a hacerlo contigx mismx, a escucharte, tu corazón y tu razón, si es que son algo distinto. Aprendes a poner fin a la palabra ajena cuando te daña y a convertir la que te enriquece en una relación de igual a igual, a transformar las palabras en amor, amistad, cuidado, placer, lucha y transformación social.
Pararte, mirar a sus ojos, sentirle y dejar que sus palabras te lleguen. Saber esperar. Sentir y pensar sus palabras. Entonces, segundos o días después, respondes.
Pero hay algo esencial. La otra persona es libre e igual a ti. Y será siempre desde el respeto desde donde le podrás escuchar. Y sin escucha, no hay respeto.
La escucha, hay que tener en cuenta, es esencial en la amistad y en el amor. Y viceversa.

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