martes, 12 de agosto de 2008

La agresión de ayer, la lucha de hoy


Londres, hace ya unos veinte años. Dos conocidos, amigos de un amigo, me mostraban la ciudad de noche. Una cena en un sitio barato, plazas y calles de la city atestadas; contemplamos los grupos y tribus en Picadilly Circus, el lugar donde ellos, dos tíos, se habían conocido, y se besan recordándolo, ajenos a que nosotros también éramos observados.
Entramos en St. James Park, haciendo tiempo para ir a un garito. Una sensación en la nuca, una mirada hacia atrás, un grupo que nos sigue. Segundos después ya no hay tiempo para mirar atrás. El puñetazo en la cara, los gritos, las carreras, el puñetazo en el estómago.
En la oscuridad, la ficción se convierte en realidad, lo habían aprendido en muchas películas, supongo. Valientes, ellos. Uno me sujeta los brazos mientras el otro golpea, desahogando no sé bien que frustraciones, mi cara. Aburridos ya, continuan con la otra variante clásica. Empujón al suelo y patadas a mi cuerpo, que yo ya no sentía, refugiado, fetal, en el vientre materno.

Tuve suerte, me contaron después, lo habitual es que acabaran sacando la navaja. Mis amigos habían conseguido escapar y avisar a la policía, que alguna vez, pocas, hace algo útil. Detenidos inicialmente los cuatro, solo uno fue procesado. Era militar; sí, militar. Como el que asesinó a Carlos Palomino.
El daño físico, a pesar de lo aparatoso, fue leve. El tabique nasal algo perjudicado, todavía me dificulta respirar por un lado de la nariz. Mi cuerpo cambió de color y se convirtió en morado. Mi cara, no fui capaz de mirarla en el espejo durante una semana, la misma que permanecí encerrado sin atreverme a salir a la calle. Todavía sufro fobia a ir solo de noche por la calle y en el metro, lo cual me limita en mis relaciones y en mi ocio.
A pesar de ello, no consiguieron su objetivo, si es que tenían alguno. Mi rechazo a la violencia que no sea totalmente justificada como autodefensa, proporcionada y oportuna era y es total. Más si cabe después de haber sentido su absurdo en mi propio cuerpo. Mi evolución ideológica caminó y camina hacia posiciones cada vez más contrapuestas al fascismo. También aprendí que el amor les duele y he mostrado siempre mi afecto públicamente por la calle a mi chico o a mi amigo.
Y tampoco me dejé ni me dejo llevar por la venganza ciega y puedo ver que el árbol es parte del bosque. Son meras marionetas de distracción. Las acciones contra ellos no tienen una utilidad práctica salvo la del desahogo personal, al menos por sí solas. Se dispersan fuerzas y esfuerzos.
Lxs fascistas que hacen daño de verdad llevan traje y corbata o chaqueta de pana, hablan de progreso y democracia, de libre mercado y de matrimonio gay, de alianza de civilizaciones y de leyes de extranjería. Contra ellxs desahogo mi furia y mi rabia en forma de lucha organizada, donde más les duele, en el sindicato, CNT-AIT (CNT-Enseñanza Madrid), y en forma de lucha individual, en el día a día, pensando, formándome, diciendo lo que pienso y lo que siento (o al menos, intentándolo), buscando la coherencia, compartiendo, cuidando y cuidándome y amando, luchando. Sabiendo que es una lucha a largo plazo.
"Busco la paz y el conflicto" (mp3)

No hay comentarios: